domingo, 7 de septiembre de 2014

(A GUARDA) "Rumor de Pinos" por Julio Sesto



RUMOR DE PINOS...

Zumba el rumor de los pinos
y zumba el rumor del mar...;
y en mi rústico lugar,
cada mirlo es un juglar
que despide con sus trinos
              vespertinos
la hora crepuscular...
-El mirlo es un Arcipreste
de Ita que sabe amar
y el buen amor pregonar...
No hay voz que aquí no se apreste
              A cantar
en este concierto agreste
con las violas del pinar...
el Viento del Noroeste,
              gran flautista
              y organista,
llega en su órgano a soplar,
arrecia como solista
y es el artista celeste
que hace a Galicia vibrar!...

Cae la fruma... cae la fruma...
cae nieve... y chove miudiño...
y en sus pegasos de espuma
va penetrando la bruma
              por el Miño...
(Lo mismo que los romanos
para volvernos paganos...
y lo mismo que el Patrón
penetrando por Padrón
para volvernos cristianos
convirtiéndose en estrella)...
¡Galicia: tu historia es bella!

Extranjero: ven a España,
y en España, ve a Galicia,
y mira el mar que la baña,
que tentaba la codicia
de la náutica Fenicia...

Forastero: ven a Vigo,
y en ese garrido puerto,
-para todo barco, abrigo,
para todo mundo, abierto-
siempre hallarás un amigo
que hacia La Guardia te guíe
por una costa que engríe
por lo que canta y sonríe...
La Guardia es la serenata
de los siglos; es la villa
en que el Tiempo se retrata,
y en que la pena se mata
con el vino en la escudilla;
es como una campanilla
muy vieja, pero de plata!

¡La Guardia... obligada meta
del pintor y del poeta!

La Guardia se pinta sola
en el saltar de una ola
de su tejedora orilla,
que el sol un instante brilla
como la blanca mantilla
de una mujer española.

La Guardia tiene un amante
firme, erguido y arrogante
en su volcán vigilante:
Santa Tecla, simbolismo
de acendrado cristianismo
y de enigmas del pasado:
el monte que en su mutismo
se expresa estando callado...:
libro de Historia sellado
que desafía la sapiencia
de la inquisitiva ciencia
que sus piedras ha explorado.

¡Gente francota y sincera
esta gente marinera
de La Guardia en la ribera:
gente noblota y cortés
en la alta villa, el guardés,
celta, romano o maltés!...

Quien ve estas tierras, alaba
con entusiasta franqueza
este rincón de belleza,
punta de la Costa Brava,
aquí donde España empieza,
aquí donde España acaba.

Ven a La Guardia, extranjero,
y trae del brazo a tu dama;
y en una tarde tranquila,
condúcela al Tecla y dila,
destocándote el sombrero:
¡contempla este panorama!
A la vera de esta ría,
y de este mar a la vera,
el mismo Hacedor supera
su creadora fantasía...
¡es un deifico homenaje
a Galicia este paisaje!
              ¡Qué diría
  si lo viera
nuestra inmortal Rosalía,
un día que aquí viniera
cuando soñando vivía!...

El Tecla es el mirador
espléndido del amor,
de la vida y la esperanza...
y ofrece al espectador,
sobre el bello alrededor,
la ilusión en lontananza...

Allí, en la umbría floresta,
hace La Guardia su fiesta
de arraigada devoción,
y es cosa de ver y oír
cantar, danzar y bullir
a un pueblo en su tradición:
Agosto es una canción
              Infinita
Que a La Guardia resucita
y al Tecla la precipita
con ardiente corazón,
mientras Baco exprime el mosto
que baña al Tecla en Agosto!...

Galicia tiene en verano
los racimos en la mano.

            Ve a la Guardia, forastero,
y renueva tu alegría
cantando en la romería
con un coro marinero
o arrimándote a un gaitero...
La Guardia no es el dinero:
es la gallega hidalguía!

            La Guardia es un relicario
              milenario
de prestancia evocadora...
y yo soy el anticuario
que ese joyel avalora
y que de lejos lo añora...
¡Cómo no amar y añorar
esos murmullos del mar
y ese rumor de los pinos
              desde aquí,
y esas aves y esos trinos
que tanto en la infancia oí...
y esos pazos campesinos,
y esos rincones divinos,
si en uno de ellos nací!

                                   México, 1956

                                                                                              Julio Sesto

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