martes, 22 de julio de 2014

PRESENTE, por Domínguez Fontela, EL MONTE DE SANTA TECLA LA GUARDIA (Pontevedra) capítulo 2

II

(1ª parte)


            Según hemos dicho anteriormente, los cultos en el monte de Santa Tecla alcanzan a los primeros siglos del Cristianismo. Como se consigna en un antiguo impreso que se conserva unido a los libros actuales de la “HERMANDAD DEL CLAMOR”, y ha publicado también el Padre Florez en el tomo XXIII (capítulo XVI, pág. 177) de la España Sagrada, antes del siglo XII estaba ya en uso el reunirse los ermitaños de la comarca en tiempo del Estío, juntamente con los del monte Santa Tecla para consagrarse a colaciones espirituales y a ejercicios públicos de penitencia y oración, con la concurrencia del clero y fieles del país.

            Los recientes descubrimientos arqueológicos allí realizados confirman la existencia de un antiguo ermitorio con su templo, aprovechando las primitivas viviendas prehistóricas en aquellas alturas; ermitorio que estuvo bajo el patrocinio, y en honor de la Protomártir del Cristianismo, Santa Tecla considerada como Patrona de los ermitaños por haber practicado también la vida eremítica en los últimos años de su existencia, en Seleucia, después de su violento y heroico martirio, en el que no perdió su vida.

            Al erigirse el monasterio de Oya, en 1137, y al ser restaurado el derruido cenobio visigótico de San Salvador de Barrantes (Tomiño), todos los ermitaños del país se recogieron en éstos y otros monasterios, en cumplimiento de las disposiciones canónicas de la Iglesia, que en esta época suspendieron la vida eremítica solitaria. Con este motivo el culto en el monte de Santa Tecla quedaba interrumpido.

            Para evitarlo, los primeros abades y fundadores de los monasterios, de Oya D. Pedro Inicio y el de Barrantes D. Godino, en unión con el abad del Rosal D. Pedro Martínez, y demás clero secular organizaron esta “Hermandade” o “Cofraría do Cramor” con la aprobación del Obispo de Tuy D. Pelayo Menéndez, inspirador de estas fundaciones monacales, y de otras no menos importantes en toda la diócesis de Tuy, a uno y otro lado del Miño.

            Permítasenos aquí una pequeña digresión. D. Pelayo Menéndez es uno de los obispos más notables del Episcapologio tudense. El restauró el monasterio visigótico de Barrantes destruido por Almanzor, adquiriendo sus ruinas y colocando allí entre los monjes a personas de su familia. Cooperó a la fundación de Santa María la Real de Oya, favorecida por el Emperador Alfonso VII; impulsó a la Condesa Doña Paterna en la fundación del de monjas benedictinas de Paterne, junto a Melgazo, donde la misma noble dama recibió del Obispo el hábito monacal; erigió el ermitorio monástico regular de San Cosme, cerca de Baredo, en Bayona, y por último introdujo la vida monacal en el Cabildo de Tuy, en el año 1138, vistiendo él mismo la cogulla, y pasando a hacer vida de comunidad ordinaria bajo la regla de San Agustín. Favoreció también en cuanto pudo la fundación monástica de Santa Eulalia en tierra de Morgadanes. Estos hechos, amén de otros que no relatamos, nos dan a conocer la grandeza de ánimo y el espíritu de celo pastoral que caracterizó al ilustre Prelado cofundador de la “Hermandad del Clamor” en el monte de Santa Tecla.

            Acerca de esta fundación escribe el Padre Florez en el lugar citado: “Edificados con los ejemplos de los antiguos ermitaños, los eclesiásticos y seglares no quisieron que se desvaneciese el recuerdo de aquellos, y empezaron a ejercitar por sí parte de lo antiguo y de lo actual, subiendo al monte por el tiempo del Estío a ejercicios de penitencia”.

            Esto sucedió en el año de 1138. La designación de esta fecha está controlada por el benemérito y cultísimo sacerdote, natural de las Eiras y Catedrático del Seminario Conciliar de Tuy en los primeros año de su fundación D. Juan santos Villa, el cual es autor o compilador de una CRÓNICA en cuatro grandes volúmenes inéditos, que posee su familia, y que me facilito en su día el finado párroco de Pedornes (Oya), D. Antonio Martínez Villa, sobrino de aquél.

            Al referirse aquel ilustrado sacerdote al año 1138, en su “Crónica” dice explícitamente apoyado en documentos del monasterio de Oya, estudiados personalmente por él, que en dicho año comenzaron los cultos organizados en forma de Hermandad o Cofradía del Clamor en el monte de Santa Tecla por todo el clero regular y secular del país. El referido señor Martínez Villa poseía también notas y apuntes sueltos recogidos por su tío, referentes a esta fecha.

            EL TUMBO NUEVO de Santa María de Oya, libro M. S. Incompleto, que alcanza sólo hasta el año 11384, tiene unas referencias muy interesantes concernientes a la fundación de esta Regla del Clamor o Congregación de Santa Tecla, que confirman nuestro aserto.

            Desde el folio 165, con motivo de estudiar la fundación de la capilla de San Cosme en la parroquia de Baredo, cerca de Bayona, obra piadosa en la que intervino el ya citado obispo D. Pelayo, para dedicarla a cenobio monástico, hace el cronista del monasterio de Oya, autor anónimo de dicho Tumbo, una larga disertación que termina hablando de la reforma y ampliación de dicha capilla que se realizó en el año 1645. Con este motivo, y refiriéndose a esta fecha reproduce una nota marginal escrita por otro cronista del monasterio en el libro original de pergamino que contenía la Reglña y Constituciones de Santa Tecla, la cual dice así: “Tiene por tanto de antigüedad esta Regla y Cofradía de Santa Tecla quinientos y siete años”, de donde se deduce que en el año 1138 es la fecha en que se organizó la Hermandad del Clamor o de Santa Tecla.

            Existe un argumento apriorístico que encierra una gran fuerza moral y lógica a favor de esta fecha, y es el siguiente: Si la razón de organizarse esta Hermandad o Cofradía fue evitar que quedase abandonado el culto antiguo que existía en el monte, con motivo de retirarse a vida claustral los ermitaños de la comarca, como la fundación de estos monasterios se verificó en los años 1137-1138, loa organización de la Cofradía o Hermandad debió hacerse simultánea o inmediatamente, sin dar lugar a intervalos, más o menos largos que habrían de ser perjudiciales para la vida religiosa de la comarca, y en especial para el culto del antiguo ermitorio y templo de Santa Tecla tan vinculado y arraigado en el país.


            Como hemos dicho, la “Regla de las Constituciones de la gloriosa Santa Trega da vila da Guarda”, consérvabase manuscrito en un libro antiguo, todo él en pergamino, en el archivo del monasterio de Santa María la Real de Oya. Desperdigados o perdidos los tesoros bibliográficos y paleográficos del mismo y de su biblioteca, igual suerte corrió el libro de Santa Tecla. No tuvieron mejor fortuna los libros antiguos de la Cofradía que ésta debía poseer. Los que hoy conserva ésta alcanzan a fines del siglo XVIII solamente.

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