viernes, 3 de enero de 2014

LA VOZ DEL TECLA, 11.09.1911 "TRADICIONES GUARDESAS"


(La Voz del Tecla, 11 Septiembre 1911)


Cuenta la tradición oral guardesa que á mediados del siglo XVIII los habitantes de la villa de La Guardia, con el asombro que es de suponer, vieron como el mar se retiraba hasta dejar en seco  el Baloeiro grande y el Baloeiro pequeño, y que al instante esa gran masa de agua que se había retirado vuelve sobre la costa con tal fuerza y empuje que rebasa los límites naturales que hasta entonces la habían contenido, inunda la plazuela de Chan de Conde y todo el barrio bajo de la Marina, y llega á los primeros peldaños de las Escaleras del Convento. Y añade la tradición que al retornar el mar á su normal y primitiva posición se encontraron algunos peces en la fuente de la Ribera.
Este relato tal vez merezca un gesto de duda en algún escéptico, de esos que no quieren creer más de lo que está al alcance de su vista, teniéndolo como pura leyenda forjada por la imaginación popular.
Hemos de decir que los que así discurren desconocen el valor histórico de la tradición, sobre todo cuando se sujeta, como la de que tratamos, á las condiciones exigidas por los métodos de investigación, y cuando, por otra parte, no se opone á ninguna ley ó principio científico. Sin la tradición algunos pasajes históricos quedarían incompletos y aun otros enteramente olvidados.
La retirada y avance del mar, que atónitos presenciaron los habitantes de la que entonces se llamaba villa de la Guardia, impresionó tan vivamente la imaginación del pueblo, ya por lo extraordinario é insólito del fenómeno, ya por las pérdidas que sin duda alguna debió de sufrir el barrio de la Marina, que la relación de tan infausto suceso fué transmitido de generación en generación, de padres á hijos llegando á nosotros tal cual queda expuesto.
Todo esto que nos cuenta la tradición no fue más que un lejano efecto del terremoto que el 1.º de Noviembre de 1755 destruyó á Lisboa casi por completo, en el cual perecieron más de 30.000 almas; porque cuando los terremotos por su proximidad al mar se propagan al través de un medio líquido, ó sea del Océano en el caso presente, las ondulaciones sísmicas se trasmiten á muy grande distancia, favorecidas por la movilidad misma del agua.
En estos casos el fenómeno geológico empieza por retirarse el mar dejando al descubierto una gran extensión de costa, y al poco rato vuelve el mar en forma de gigantesca ola, que alcanza á veces de 20 á 30 metros de altura, y que al precipitarse sobre la costa, que inunda súbitamente, destruye todo cuanto á su paso encuentra. Esta ola que se llama de traslación fué la que ocasionó más víctimas en el terremoto de Lisboa, pues pasó 15 metros sobre el nivel ordinario de las grandes mareas, inundando con inusitada rapidez los barrios bajos de esta hermosa ciudad.
Nada tiene de particular, dada nuestra relativa proximidad á la capital portuguesa, que aquí en La Guardia se hubiese sentido con tanta intensidad los efectos del terremoto; pues esa ola de traslación ha dejado sentir sus efectos, no solo aquí, sino en todo el litoral de Inglaterra, Noruega y hasta en las resguardadas costas de Dinamarca.
Además por la gran altura con que esa ola de traslación se manifestó en La Guardia, cabe conjeturar que el Terrado, calle de los Malteses y, en general, todo el barrio bajo de la Marina debió quedar por unos instantes cubierto por las aguas del Océano.

Convendría que plumas más autorizadas y competentes que la nuestra, y con nuevos datos á la vista, completasen este relato histórico, de suyo interesante, que nosotros no hacemos más que bosquejar.

                                                                                                              JULIO DE CASTRO


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