martes, 8 de enero de 2013

PRESENTE, julio/agosto, 1937 por Domínguez Fontela, EL MONTE DE SANTA TECLA LA GUARDIA (Pontevedra)



Octavo centenario de sus cultos

I

            Conocido es de todos los turistas y amantes de las bellezas de Galicia el poético e histórico monte, cuyo nombre encabeza estas cuartillas.

            Situado en una de las más encantadoras comarcas de la península ibérica, constituye hoy un lugar imprescindible para todas las excursiones científicas o recreativas que nos visitan, siendo parte integrante de todas las que vienen a Vigo.

            La situación caótica en que se halla gran parte de nuestra patria, arrastrada a una guerra sangrienta y destructora contra la civilización, han suspendido esta gran corriente turística y científica, que visitaba en todas épocas del año, y especialmente en el verano estas incomparables cumbres: de un año acá son contados los forasteros que allí suben.

            Las que no se han interrumpido nunca son las peregrinaciones de penitencia o rogativas. El Voto de 1936, en agosto de dicho año, pocos días después la guerra civil, ha constituido un suceso histórico que vino a confirmar que la fe cristiana de España no está muerta. Lo mismo que sucedió con los cultos del 23 de septiembre y 26 de diciembre del mismo año, los de la Pascua de Pentecostés de este año y los de la gran misión de esta última Cuaresma.

            El próximo día 16 de agosto, lunes infraoctava de la Asunción de la Virgen, es el día designado desde el siglo XII para la próxima festividad de penitencia en dicho monte, con la celebración del VOTO que organiza la antigua Hermandad o Cofradía del Clamor o de Santa Tecla.

            Desempeña este año el cargo de Prior de la misma, el actual párroco de San Miguel de Tabagón, D. Aquilino Martínez, quien juntamente con los demás elementos que integran dicha Hermandad y con la cooperación de todos los párrocos del antiguo Concejo de La Guardia, están preparando y disponiendo todos los medios para que la rogativa y fiesta del VOTO de este año sea algo extraordinario por el concurso de fieles, numerosas comuniones y demás ejercicios de oración y penitencia pública.

            Debemos recordar a los lectores que los cultos de este VOTO tienen la característica de que a ellos solo concurren hombres, con la absoluta exclusión de mujeres, lo cual da a estos actos una nota emocionante de gravedad, silencio y recogimiento edificantes.

            Los cultos del VOTO, especialmente la mediación pública del Vía-Crucis, las comuniones en el templo y el canto litúrgico de las letanías en latín, griego y gallego arcaico, hablan elocuentemente al alma. Las frases bíblicas y recuerdos históricos del sermón de penitencia no se oyen nunca sin sentir sacudidas en las fibras más delicadas de la conciencia.

            Una particularidad ofrecerán los cultos de este año, y es que en ellos se dará cuenta a los fieles del proyecto de la celebración solemnísima del Octavo Centenario de la organización de estos cultos de la Hermandad o Cofradía del Clamor del Monte de Santa Tecla, para todo el año próximo 1938.

            Aunque el culto cristiano en nuestro monte se remonta a los primeros siglos del Cristianismo –y tal vez aquí lo practicó ya en honor a Santa Tecla, aquella mujer insigne, del siglo IV-V, la Virgen Eteria, ilustre peregrina de la Palestina- la organización de los cultos actuales remóntase al año 1138, según demostraremos.

            En dicho año los abades de los monasterios a la sazón recientemente fundados por Dom Pedro de Oya, Dom Godino de Barrantes, Dom Pedro Martínez, abad del Rosal, juntamente con todo el clero y fieles de la comarca del antiguo “Concello e vila da Garda” organizaron esta “Confraría o Hermandade”, que a través de tan remota época no se ha interrumpido jamás.

            Este dato constituye una circunstancia digna de aplauso para esta Congregación del hermoso país de la boca del Miño, porque una comarca que sostiene una asociación durante ocho centurias, sin interrupción y sin que decaigan sus cultos es merecedora de toda admiración. Una Congregación que subsiste a través de un período tan largo, mucho tiene de grande y de vital.

            Por eso es que en este día del VOTO de 1937 se dará cuenta públicamente al pueblo, de la organización de los cultos para el próximo Año-Centenario-Octavo, en los cuales cooperarán con el clero todas las Asociaciones piadosas y congregaciones religiosas y sociales del país.


II

            Según hemos dicho anteriormente, los cultos en el monte de Santa Tecla alcanzan a los primeros siglos del Cristianismo. Como se consigna en un antiguo impreso que se conserva unido a los libros actuales de la “HERMANDAD DEL CLAMOR”, y ha publicado también el Padre Florez en el tomo XXIII (capítulo XVI, pág. 177) de la España Sagrada, antes del siglo XII estaba ya en uso el reunirse los ermitaños de la comarca en tiempo del Estío, juntamente con los del monte Santa Tecla para consagrarse a colaciones espirituales y a ejercicios públicos de penitencia y oración, con la concurrencia del clero y fieles del país.

            Los recientes descubrimientos arqueológicos allí realizados confirman la existencia de un antiguo ermitorio con su templo, aprovechando las primitivas viviendas prehistóricas en aquellas alturas; ermitorio que estuvo bajo el patrocinio, y en honor de la Protomártir del Cristianismo, Santa Tecla considerada como Patrona de los ermitaños por haber practicado también la vida eremítica en los últimos años de su existencia, en Seleucia, después de su violento y heroico martirio, en el que no perdió su vida.

            Al erigirse el monasterio de Oya, en 1137, y al ser restaurado el derruido cenobio visigótico de San Salvador de Barrantes (Tomiño), todos los ermitaños del país se recogieron en éstos y otros monasterios, en cumplimiento de las disposiciones canónicas de la Iglesia, que en esta época suspendieron la vida eremítica solitaria. Con este motivo el culto en el monte de Santa Tecla quedaba interrumpido.

            Para evitarlo, los primeros abades y fundadores de los monasterios, de Oya D. Pedro Inicio y el de Barrantes D. Godino, en unión con el abad del Rosal D. Pedro Martínez, y demás clero secular organizaron esta “Hermandade” o “Cofraría do Cramor” con la aprobación del Obispo de Tuy D. Pelayo Menéndez, inspirador de estas fundaciones monacales, y de otras no menos importantes en toda la diócesis de Tuy, a uno y otro lado del Miño.

            Permítasenos aquí una pequeña digresión. D. Pelayo Menéndez es uno de los obispos más notables del Episcapologio tudense. El restauró el monasterio visigótico de Barrantes destruido por Almanzor, adquiriendo sus ruinas y colocando allí entre los monjes a personas de su familia. Cooperó a la fundación de Santa María la Real de Oya, favorecida por el Emperador Alfonso VII; impulsó a la Condesa Doña Paterna en la fundación del de monjas benedictinas de Paterne, junto a Melgazo, donde la misma noble dama recibió del Obispo el hábito monacal; erigió el ermitorio monástico regular de San Cosme, cerca de Baredo, en Bayona, y por último introdujo la vida monacal en el Cabildo de Tuy, en el año 1138, vistiendo él mismo la cogulla, y pasando a hacer vida de comunidad ordinaria bajo la regla de San Agustín. Favoreció también en cuanto pudo la fundación monástica de Santa Eulalia en tierra de Morgadanes. Estos hechos, amén de otros que no relatamos, nos dan a conocer la grandeza de ánimo y el espíritu de celo pastoral que caracterizó al ilustre Prelado cofundador de la “Hermandad del Clamor” en el monte de Santa Tecla.

            Acerca de esta fundación escribe el Padre Florez en el lugar citado: “Edificados con los ejemplos de los antiguos ermitaños, los eclesiásticos y seglares no quisieron que se desvaneciese el recuerdo de aquellos, y empezaron a ejercitar por sí parte de lo antiguo y de lo actual, subiendo al monte por el tiempo del Estío a ejercicios de penitencia”.

            Esto sucedió en el año de 1138. La designación de esta fecha está controlada por el benemérito y cultísimo sacerdote, natural de las Eiras y Catedrático del Seminario Conciliar de Tuy en los primeros año de su fundación D. Juan santos Villa, el cual es autor o compilador de una CRÓNICA en cuatro grandes volúmenes inéditos, que posee su familia, y que me facilito en su día el finado párroco de Pedornes (Oya), D. Antonio Martínez Villa, sobrino de aquél.

            Al referirse aquel ilustrado sacerdote al año 1138, en su “Crónica” dice explícitamente apoyado en documentos del monasterio de Oya, estudiados personalmente por él, que en dicho año comenzaron los cultos organizados en forma de Hermandad o Cofradía del Clamor en el monte de Santa Tecla por todo el clero regular y secular del país. El referido señor Martínez Villa poseía también notas y apuntes sueltos recogidos por su tío, referentes a esta fecha.

            EL TUMBO NUEVO de Santa María de Oya, libro M. S. Incompleto, que alcanza sólo hasta el año 11384, tiene unas referencias muy interesantes concernientes a la fundación de esta Regla del Clamor o Congregación de Santa Tecla, que confirman nuestro aserto.

            Desde el folio 165, con motivo de estudiar la fundación de la capilla de San Cosme en la parroquia de Baredo, cerca de Bayona, obra piadosa en la que intervino el ya citado obispo D. Pelayo, para dedicarla a cenobio monástico, hace el cronista del monasterio de Oya, autor anónimo de dicho Tumbo, una larga disertación que termina hablando de la reforma y ampliación de dicha capilla que se realizó en el año 1645. Con este motivo, y refiriéndose a esta fecha reproduce una nota marginal escrita por otro cronista del monasterio en el libro original de pergamino que contenía la Reglña y Constituciones de Santa Tecla, la cual dice así: “Tiene por tanto de antigüedad esta Regla y Cofradía de Santa Tecla quinientos y siete años”, de donde se deduce que en el año 1138 es la fecha en que se organizó la Hermandad del Clamor o de Santa Tecla.

            Existe un argumento apriorístico que encierra una gran fuerza moral y lógica a favor de esta fecha, y es el siguiente: Si la razón de organizarse esta Hermandad o Cofradía fue evitar que quedase abandonado el culto antiguo que existía en el monte, con motivo de retirarse a vida claustral los ermitaños de la comarca, como la fundación de estos monasterios se verificó en los años 1137-1138, loa organización de la Cofradía o Hermandad debió hacerse simultánea o inmediatamente, sin dar lugar a intervalos, más o menos largos que habrían de ser perjudiciales para la vida religiosa de la comarca, y en especial para el culto del antiguo ermitorio y templo de Santa Tecla tan vinculado y arraigado en el país.

            Como hemos dicho, la “Regla de las Constituciones de la gloriosa Santa Trega da vila da Guarda”, consérvabase manuscrito en un libro antiguo, todo él en pergamino, en el archivo del monasterio de Santa María la Real de Oya. Desperdigados o perdidos los tesoros bibliográficos y paleográficos del mismo y de su biblioteca, igual suerte corrió el libro de Santa Tecla. No tuvieron mejor fortuna los libros antiguos de la Cofradía que ésta debía poseer. Los que hoy conserva ésta alcanzan a fines del siglo XVIII solamente.

            En el año 1591 el párroco de Salcidos D. Álvaro Ozores y Sotomayor, fundador del monasterio benedictino de La Guardia, vio dichas constituciones originales en el archivo de Oya, e hizo sacar una copia para su uso o tal vez también para la misma Congregación. Así nos lo asegura el referido Tumbo de Oya. Esta copia también se ha perdido, siguiendo igual rumbo que su original.

            Posteriormente en el año 1780 el cronista del monasterio de Oya, P. Fr. Agustín Guzmán, hizo otra copia de la misma Regla, pero con varias alteraciones y omisiones, la cual conservada en el archivo del convento fue llevada con otros libros y documentos al Archivo de la Academia de la Historia, donde pude descubrirla hace años, después de prolijas investigaciones. (Tenía la signatura: Colección Abella, T. X. B. 89).

            Pocos años después, en 1807, hizo otra copia el P. Pablo del Castillo, cronista del mismo monasterio, que pude hallar recientemente en el Archivo Camaral del Obispado de Tuy. Esta es más correcta que la del P. Guzmán, aunque ambas adolecen de graves defectos por desconocimiento de la grafía gallega antigua. Castellanos ambos cronistas desconocían nuestra arcaica lengua originándose de aquí errores de transcripción, que hacen a veces ininteligible el texto a pesar de la prolija labor de depuración que me he impuesto. Murguía publicó hace años en el Bol. De la Real Academia G. La copia del P. Guzmán, pero con muchos yerros.

            Estas copias nos servirán, sin embargo, para confirmar el hecho histórico de la fundación de los cultos actuales en el monte de Santa Tecla.

            Dice así la Regla: “a terceira cousa he as pesoas de qe. Se aquestes stabelecemos primeiro comenzaron e foron os abbades religiosos ben ensinados ena fe católica conven a saber Don Pedro Abbade do moesteiro doya e Don Godinho Abbade de Barrantes e Don Pero Martínez Abbade do Rosal e outros muitos baroes de boo testimunho. Estes pola autoridade do mui piadoso Obpo Don Payo comenzaron a facer esta sca steeça qe deu sua autoridade ordinaria con interposizon e con decreto para en saecula et para sempre nunca seer quebrantada”.

            Tenemos, pués, una norma documental segura para asignar la fecha de estas constituciones. Estas se hicieron siendo Obispo de Tuy D. Pelayo Menéndez (1131-1151), y abades de Oya D. Pedro Inicio y D. Godino o Godinho, de Barrantes. Fue, pués, entre los años 1138 en que empezaron sus cargos los últimos y antes de 1151 en que falleció el Obispo.

            Y como ya hemos demostrado que esto no debió hacerse mucho después de la fundación de dichos conventos, es preciso señalar la primera fecha.

            En el año 1807 se suscitaron ciertas disensiones entre el Prior de la Hermandad y Consiliarios de la misma con algún párroco de la comarca, empeñado en sostener derechos de presidencia y jurisdicción en la capilla. Con motivo de esta cuestión baladí, de que antes de entonces había ya habido pesados pleitos canónicos, en los que hasta se acudió a la Rota romana, el Obispo de Tuy llevó a u curia el litigio que no resolvió hasta el año 1822.

            Entre las declaraciones e informes que en la Cámara episcopal se recibieron, existe una muy luminosa suscrita por el párroco de Loureza, D. José alonso, el cual demuestra documentalmente el carácter canónico de la Hermandad, exenta de la jurisdicción parroquial, que alguien negaba. Para demostrar su antigüedad estudia documentos históricos, terminando por decir que esta Hermandad sólo pudo ser fundada en 1150 a 1151, antes de morir D. Pelayo, y no antes porque porque no existía como abad D. Godino de Barrantes.

            Esta ha sido una falsa conjetura del Sr. Alonso, desconocedor del archivo capitular de Tuy y de la transcripción de algunos de sus documentos hecha por Florez. Según documento original que hemos leído y estudiado en ese riquísimo archivo catedralicio y publicó el docto agustino en el tomo XXII, Apénd. VII de su España Sagrada, D. Godino regía ya como abad en el año 1138 el monasterio de Barrantes. “GODINUS REGENTE ET ABATE IPSO MONASTERIO”. Así suscribe entre los magnates y señores que confirman el mismo documento Era mlla. C. LXXVI.

            Y aunque el P. Florez en el texto de su obra (XXII, pág. 87, número 69) habla de que en 1151 el Obispo había traído al Abad Godino, esta fecha refiérese a cosa ya pasada, pues, D. Godino era ya abad de Barrantes en 1138.

            Queda, por tanto demostrado documentalmente que este año es el de la fundación de la HERMANDAD DEL CLAMOR o Cofradía de Santa Tecla, siendo entonces aprobados sus estatutos por la autoridad de Maestrescuela, a quien entonces pertenecía confirmar, es decir, protocolizar los decretos episcopales. Estas reglas o constituciones fueron redactadas de nuevo en la forma en que las conocemos hoy, en el siglo siguiente o lo más tardar en el XIV, como lo testifica el estudio lexicográfico de su lenguaje galaico-portugués que hemos hecho y ultimado.

            Es, pues, es el año 1938 el año “Ocho Veces Centenario” de los cultos que actualmente se practican en el histórico monte de La Guardia. Esta fecha debe llenar de entusiasmo y fervor a todos los hijos de la comarca, al ver conservadas a través de tan remotas épocas unas prácticas tan piadosas como emocionantes, legadas hasta el día de hoy por nuestros antepasados.

III

LOS CULTOS DEL VOTO

            A ruego de muchos lectores de mis artículos anteriores, voy a publicar una breve descripción de los actos que se celebrarán el próximo lunes, día 16, en la festividad del VOTO.

            Este se instituyó como testimonio público de gratitud de toda la comarca de La Guardia, por el beneficio de la lluvia, después de una pertinaz sequía de siete años que asoló el país a mediados del siglo XIV. “Agobiados los pueblos por esta extraordinaria sequedad –dice el P. Florez en su “España Sagrada”-, que padecía el territorio, acudieron al referido monte al patrocinio de la Santa, y lograron el beneficio de las aguas tan oportunamente que conocieron ser efecto de su intercesión”. (Tomo XXII, Capítulo XVI).

            Esto acaeció en el año 1355, último de esta prolongada calamidad. A esta fecha refiérese el Shronicon Conimbricense, diciendo: “Este anno foi o mais seco que os homes viron”. Con este suceso se enfervorizó el espíritu de la antigua Hermandad del Clamor, obligándose la comarca con el VOTO popular colectivo, que en este día se celebra en el monte de Santa Tecla.

            He aquí una ligera relación de los cultos de este día: En su madrugada todos los eclesiásticos del antiguo concejo, que no están impedidos, juntamente con grandes multitudes de varones del país y de las comarcas vecinas, con exclusión absoluta de mujeres, comienzan a subir al monte, sucediéndose unas a otras estas agrupaciones, según avanza la mañana. “Todos en sembra, ajuntados en huun” – como dicen las antiguas constituciones-, “vaan a aql. Monte hu se mostraron p. Muitas veces as virtudes de deus”.

            Según llegan a la primera estación de la VÏA-SACRA un sacerdote, o un seglar piadoso, inicia las meditaciones de la pasión de Jesucristo en su marcha y subida al Calvario. Es este un acto emocionante y sublimemente espiritual, saturado de recogimiento y fervor silencioso, únicamente interrumpido por el rezo colectivo de aquella multitud de hombres penitentes.

            La sublime majestad de los panoramas que desde allí se disfrutan, y los tenues rayos de la luz solar que entonces alborea, comenzando a dar color y vida a toda la naturaleza, dan a aquel cuadro un carácter de tal grandiosidad y poesía que el alma no puede menos de sentirse conmovida y transportada a las regiones superiores del espíritu.

            Terminan las estaciones del VÏA-CRUCIS en la puerta misma de la capilla. La mayor parte de los que no lo han hecho en sus pueblos entran seguidamente en ésta para recibir el Sacramento de la Penitencia, y para participar en la Sagrada Eucaristía, que frecuentemente allí se administra.

            Al romper el día ya se ha celebrado la Misa de alba. Durante la mañana van llegando otras agrupaciones de varones, dedicándose después todos hasta las once a prácticas piadosas. A esta hora hácese la procesión claustral alrededor del templo.

            “Comienza entonces la Misa mayor, como dice el P. Florez, más larga que las demás a causa de que, por antiquísima e inmemorial costumbre, se dicen en cada tercio unas veinte oraciones, la del día, las conmemoraciones de todo los patronos de las parroquias, y otras varias “ad diversa”, según el Misal Romano, por las principales necesidades temporales y espirituales”.

            Antiguamente, según las constituciones, se decían tres misas oficiadas: una de Réquiem por los hermanos de la Cofradía, otra a la Virgen, y la tercera en honor de Santa Tecla. Estas tres misas tenían liturgia especial en cuanto a las oraciones y a los prefacios de las dos primeras. Estos, tales como los consigna la Regla son hermosamente piadosos y doctrinales. Toda esta liturgia está basada en antiguos códices que se conservan en archivos monacales anteriores a los siglos X y XI, según he podido comprobar en la famosa obra del P. Martine De antiquis Ecclesiae ritibus y en las obras de los PP. Toledanos, que dan a conocer la influencia monástica de la Edad Media en la organización de esta Hermandad del Clamor. De esta liturgia hemos hecho un estudio especial, confrontando todas las frases de la misma con las fuente documentales de los archivos conventuales de Toledo, Tours, Arlés, Senlis y otros, en los que se inspiró la liturgia del monte de Santa Tecla.

            Acabada la gran Misa se forma la procesión, yendo delante las siete cruces parroquiales y los estandartes de las Cofradías del país, detalle que se ha descuidado hace pocos años. En los días del historiador P. E. Florez (1765) eran unos cuarenta los estandartes, los cuales, como dijo un escritor americano, constituían un hermoso cuadro al ver flamear, agitados por el viento, esta multitud de estandartes y banderas de variados colores, pertenecientes a todas las parroquias.

            Antiguamente también iban “todos descalzos con seus bordons nas maos, salvo o priol que va vestido con sua vestimenta liturgica e calzado”. Dice después la Regla que “tomen un cramor a porta do curral de fora”; es decir, que al llegar a la puerta del cercado de la capilla, se postran todos de rodillas y comienzan las letanías cantadas en tono gregoriano: INDULGENTIA, KIRIE ELEISON, repitiéndose INDULGENTIA: CHRISTE ELEISON, e inmediatamente, SANCTA MARIA: ROGAI A DEUS POR NOS, DEUS, OUVID A NOS, KIRIE ELEISON, DEUS OUVID A NOS, y levantándose todos seguidamente, y en igual tono prosigue el canto de la letanía de todos los Santos, alternando el nombre de éstos con la invocación: Santa Tecla, etc. caminando todos lentamente hasta la explanada del púlpito de piedra. Allí se posa la imagen de la Protomártir en una mesa de granito, y sentándose todos, se predica el sermón del VOTO. Dicen las antiguas constituciones que “todos seían et ouvan mui entendudamente de algun dos monjes o sermón da vida perduravil ou da saude”.

            Acabado el sermón se bendice el pan, después de la proclamación de cargos y oficios para el año próximo, se reorganiza la procesión que se dirige al pico del “Facho”, “o outro cabezo que está contra o aguion”, donde arrodillados todos al llegar se reza a coro los salmos graduales y los penitenciales, con sus letanías, versículos y oraciones, catándose al fin el VENI CREATOR SPIRITUS y el Evangelio de la Ascensión del Señor. Antiguamente el día segundo se cantaba el de Pentecostés.

            Terminado esto se ordena de nuevo la procesión, y continuando el canto de la letanía como antes, se va al otro pico de “San Francisco” –“o outro cabezo que está contra o abrego”. Allí se hace conmemoración de la Virgen en su Natividad, regresando todos a la capilla procesionalmente donde se termina el “clamor” o rogativa con la oración oportuna.

            Van después todos los eclesiásticos al refectorio de la Congregación, que es una casa techada con planchas de piedra, y allí se sirve a aquellos y a los oficios de la Hermandad pan y agua.

            Antiguamente eran muy pocos los que en esta tarde bajaban a los pueblos, quedándose la mayoría arriba para continuar el ayuno a pan y agua, alimento que sólo se tomaba a la caída de la tarde, “quando se o sol quisese meter so as aguas”.

            Durante la tarde todos debían ocuparse en prácticas piadosas y “tratar separadamente e con toda pousadía e honestamente das cousas espirituaes e non dar temporaes... primeiramente das iglias que facer, ou das pontes que caen, para renovar, para ajudar os queimados ou aqueles a que arden o que avian ou ajudar os estraños, ou para defender as viuvas e os orphoos qe sen padre e sen madre, para remeir os cautivos qe jacen en terra de mouros, para reformar a paz entre aqueles qe ha non an, e asi falen de todas las outras obras qe son de misericordia, e isto asi feito tomen cada huun de seus dobrares e de seus mantees daquela razao e den dela por amor de deus”.

            Hasta hace pocos años al día siguiente, martes, se repetían todos los actos del lunes con la única diferencia de que en vez del sermón se hacía públicamente por votación, o por promesas, la elección de cargos, se pujaba la subasta piadosa de algunos oficios, terminándose con una frugal comida en el refectorio de la Cofradía a los eclesiásticos y oficios de ésta, durante la cual había lectura espiritual.

            Al terminar se baja en procesión la imagen de Santa Tecla a casa del mayordomo, donde permanece hasta el domingo inmediato en que se lleva solemnemente a la parroquia de La Guardia.

            Además de este día del VOTO hay otras tres fiestas en el transcurso del año, las cuales son también de JUBILEO, con facultad concedida a todos los confesores para absolver de pecados reservados a los que acudían a la capilla de Santa Tecla. Son estos días de JUBILEO, el 23 de septiembre (Santa Tecla), y lo segundos de las pascuas de Natividad y Pentecostés. En estas tres festividades jubilares concurren fieles de ambos sexos en grandes multitudes para lucrar estas gracias espirituales, acudiendo también muchos romeros del otro lado del Miño.

            A la festividad del VOTO, y también a las otras, han concurrido también muchas veces los prelados diocesanos, siendo el último el Excmo. Sr. Obispo don Antonio García y García que en el primer año de su pontificado asistió a todos los actos del VOTO.

            Debo terminar estas cuartillas recogiendo las frases del Padre Enrique Florez que dicen: “En estas festividades lo más notable y digno de que fuese imitado, es que en estas concurrencias no se oyen jamás instrumentos musicales, ni se hacen bailes u otras cosas que suelen profanar algunas Romerías, resultando que buscan lo sagrado sólo para cosas sagradas, implorando la protección de la Santa con espíritu de penitencia y devoción”.

            Tales son los actos que en este monte de Santa Tecla vienen celebrándose hace Ochocientos años, sin interrupciones, ni intervalos. Quiera Dios que el próximo año de 1938, año de paz definitiva para España, sea de gran renovación espiritual que enfervorice el espíritu de la comarca.

                                                                       Juan Domínguez Fontela
                                                                               Julio-Agosto de 1937.

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